Mientras Málaga se preparaba para los desfiles procesionales del viernes santo, tras la comida, preparamos el material, cargamos las bicicletas en el coche y nos dirigimos hacia Tarifa, para intentar tomar el ferry de las 7 al que no llegamos porque un despiste de última hora nos hizo volver a recoger documentación olvidada, finalmente nos subimos a uno que había con retraso alrededor de las 8 de la tarde. Tras una hora de travesía desembarcábamos en Tánger y nos disponíamos a enfrentarnos a los siempre tediosos tramites aduaneros marroquíes y a los “yo amigo, yo guía” que pretenden rellenarte los formularios de entrada y sacarte algo de dinero, pero ya los llevábamos preparados por que el gobierno marroquí los tiene alojados en una página web, así que en esta ocasión solo tardamos 15 minutos en atravesar la frontera.
Dejamos Tánger y tomamos la autopista en dirección a Marrakech, pero al pasar la circunvalación de Rabat, tomamos contacto con una corrupta pareja de la policía marroquí, que nos multaba por supuestamente saltarnos un semáforo en rojo, tras una larga discusión y una “mordida” de 100 dirhams continuamos la marcha. Un par de paradas para repostar y comer y atravesando el paso del Tizi n´tichka (2.260 mtrs.) nos sorprende una densa niebla que nos obliga a circular muy despacio.
A media mañana llegábamos a la Kasbah de Ait Benhaddou, nombrada por la UNESCO patrimonio de la humanidad es una visita obligada. Su recinto amurallado en adobe da la doble sens
ación de ser inexpugnable, pero por otra parte, de haber sufrido los estragos del paso del tiempo, actualmente en restauración, su belleza y tipismo han sido utilizados en películas famosas como Lawrence de Arabia, La Ultima Tentación de Cristo, Jesús de Nazareth o La Joya del Nilo, películas donde la imagen del desierto, y de las ciudades perdidas entre dunas requerían de una instantánea capaz de activar en nuestro cerebro la idea de calor, de soledad, de desesperación y al mismo tiempo de belleza serena que sólo las ciudades de los desiertos son capaces de despertar en nuestros sentidos.
Su situación le permitió siglos atrás controlar todo el tráfico de caravanas del desierto, y es que verla allí arriba, coronando una cima de más de 100 metros de altitud, sobre un tranquilo poblado, se impone ante nuestra vista como un espejismo que parece surgir del ocre de la montaña.
Continuamos la marcha dejando atrás las ciudades de Ouarzazate con sus plantaciones de henna y sus afamadas palmeras datileras, pero donde incomprensiblemente en medio de un “secarral” de piedras están construyendo un campo de golf, y El Kelaa M´gouna con sus rosaledas llegando a Boulmane-Dades. Nos adentramos en la Garganta del Dades buscando la pequeña localidad de Ait Ouani donde se encuentra nuestro alojamiento, un pequeño hotel llamado Kasbah de la vallee http://www.kasbah-vallee-dades.com tras 24 horas de viaje, descargamos el equipaje y las bicicletas y después de una ducha y una reparadora cena, rendidos nos vamos a dormir, a la mañana siguiente el despertador sonará temprano.
Dejamos Tánger y tomamos la autopista en dirección a Marrakech, pero al pasar la circunvalación de Rabat, tomamos contacto con una corrupta pareja de la policía marroquí, que nos multaba por supuestamente saltarnos un semáforo en rojo, tras una larga discusión y una “mordida” de 100 dirhams continuamos la marcha. Un par de paradas para repostar y comer y atravesando el paso del Tizi n´tichka (2.260 mtrs.) nos sorprende una densa niebla que nos obliga a circular muy despacio.
A media mañana llegábamos a la Kasbah de Ait Benhaddou, nombrada por la UNESCO patrimonio de la humanidad es una visita obligada. Su recinto amurallado en adobe da la doble sens
ación de ser inexpugnable, pero por otra parte, de haber sufrido los estragos del paso del tiempo, actualmente en restauración, su belleza y tipismo han sido utilizados en películas famosas como Lawrence de Arabia, La Ultima Tentación de Cristo, Jesús de Nazareth o La Joya del Nilo, películas donde la imagen del desierto, y de las ciudades perdidas entre dunas requerían de una instantánea capaz de activar en nuestro cerebro la idea de calor, de soledad, de desesperación y al mismo tiempo de belleza serena que sólo las ciudades de los desiertos son capaces de despertar en nuestros sentidos.Su situación le permitió siglos atrás controlar todo el tráfico de caravanas del desierto, y es que verla allí arriba, coronando una cima de más de 100 metros de altitud, sobre un tranquilo poblado, se impone ante nuestra vista como un espejismo que parece surgir del ocre de la montaña.
Continuamos la marcha dejando atrás las ciudades de Ouarzazate con sus plantaciones de henna y sus afamadas palmeras datileras, pero donde incomprensiblemente en medio de un “secarral” de piedras están construyendo un campo de golf, y El Kelaa M´gouna con sus rosaledas llegando a Boulmane-Dades. Nos adentramos en la Garganta del Dades buscando la pequeña localidad de Ait Ouani donde se encuentra nuestro alojamiento, un pequeño hotel llamado Kasbah de la vallee http://www.kasbah-vallee-dades.com tras 24 horas de viaje, descargamos el equipaje y las bicicletas y después de una ducha y una reparadora cena, rendidos nos vamos a dormir, a la mañana siguiente el despertador sonará temprano.
